Los emprendedores son optimistas por naturaleza, este rasgo de
la personalidad que los caracteriza les permite identificar oportunidades donde
el común de las personas solo ve problemas y tomar acciones en pos de convertir
una idea, social o de negocio, en una realidad.
El optimismo, adicionalmente es el responsable de que el
emprendedor desarrolle la resiliencia necesaria para transitar un camino lleno
de tropiezos y dificultades, es muy probable que antes de conocer el éxito los
emprendedores se enfrenten a múltiples fracasos de los cuales no se
recuperarían sino fuesen optimistas. Sin embargo, el optimismo es un arma de
doble filo, pues también nos puede llevar a tomar malas decisiones y en
consecuencia a perder dinero.
Las persona optimistas, entre las que me incluyo, tendemos a
ser víctimas del sesgo de la planificación y el control. Esto quiere decir que
el hecho de contar con un plan bien estructurado y que además ejecutaremos
nosotros mismos, nos hace pensar que estamos irremediablemente destinados al
éxito y nos relajamos a la hora de analizar la información disponible y
necesaria para que podamos tomar la decisión de invertir nuestros recursos.
Por supuesto este tipo de conductas nos expone a un riesgo
innecesario, en una actividad que por su naturaleza ya está signada por la
incertidumbre. Estoy seguro de que muchos de ustedes han tenido esa idea
maravillosa, o conocen a alguien cercano que la tuvo, y que terminó siendo un
fiasco.
Como nos cuenta mi amigo Julián Gómez en uno de sus
artículos, ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo, lo que quiere
decir que en un mundo donde la única constante es el cambio, contar con un mapa
de ruta es una condición necesaria más no suficiente a la hora de emprender de
manera exitosa.
Con esto no quiero decirles que dejen de planificar, de
arriesgarse a emprender o de ser optimistas, por el contrario el llamado es a
seguirlo siendo, se ha demostrado que el optimismo nos ayuda a vivir más y más
felices, y a seguir emprendiendo, pero, tomando en cuenta que debemos
decidir basados en información y no bajo la influencia de un optimismo
excesivo, al final de cuentas no contamos con recursos ilimitados y nadie
invierte para perder plata.