domingo, 22 de mayo de 2016

El azar ¿juega un papel importante en el proceso de coaching?


Hace un par de meses comencé a cursar un diplomado cuyo objetivo es enseñar a los participantes a utilizar las herramientas del coaching para cumplir los roles que desempeña cada uno en sus respectivas organizaciones. Ya he comentado sobre la experiencia en los artículos: El coaching y la gestión de proyectos, impresiones de un aprendiz y Herramientas del coaching y el levantamiento de los requerimientos del proyecto, publicados en mi otro blog. En nuestra última sesión de trabajo se presentó un interesante debate sobre el papel que juega la suerte o el azar, entendido como todos aquellos factores que escapan al control del coachee, y cómo este puede afectar el logro de los objetivos, y me pareció interesante sistematizarlo y compartirlo con ustedes.
Todo se originó en la pregunta que titula este artículo, una manera nada extraña de comenzar si de coaching se trata, la cual le plantee a la facilitadora y cuya primera respuesta fue que, palabras más, palabras menos, el azar no tiene ninguna incidencia en el proceso de coaching, lo que me llevó a entender que el supuesto fundamental del modelo es que el logro de los objetivos del coachee depende única y exclusivamente de sus aptitudes y esfuerzo.
Debo confesar que esta respuesta me causó mucho ruido, sobre todo por mi formación en gerencia de proyectos y las lecturas que he estado realizando recientemente. Por ejemplo, Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio nos presenta una ecuación en la que el éxito, alcanzar determinada meta, es una combinación de talento y suerte y el gran éxito es igual a un poco más de talento y un cúmulo de suerte.
Este autor considera que los seres humanos somos renuentes a aceptar el papel que juega el azar en nuestras vidas, siendo víctimas de la ilusión del control, ya que explicamos el pasado y predecimos el futuro concentrándonos en el papel causal de la aptitud e ignorando el papel de la suerte, de la falacia de la planificación que hace que nos concentremos en nuestro objetivo y plan, ignorando los datos estadísticos pertinentes y el sesgo del optimismo excesivo que nos lleva a pensar que nuestra iniciativa tendrá éxito solo porque la estamos desarrollando nosotros y somos lo suficientemente aptos para tal fin. Estos sesgos cognitivos, en palabras de Kahneman, nos pueden llevar a tomar decisiones erradas, exponiéndonos a un alto nivel de riesgo.
El economista Robert Frank en su nuevo libro Succes and luck: good fortune and the myth of meritocracy sostiene, tomando el caso de la sociedad norteamericana, que el talento y el trabajo duro son condiciones necesarias, más no suficientes, para alcanzar el éxito y que existe un ingrediente de la formula que es ignorado, la suerte. Según Frank, a los seres humanos nos cuesta lidiar con la ambigüedad y tenemos que construir historias causales que nos permitan explicarnos los resultados que obtenemos, eso nos hace ciegos ante el factor suerte.
Una evidencia de que el trabajo duro y el talento no lo es todo podría ser la presentada por Joseph Stiglitz en su libro El precio de la desigualdad, donde este autor comenta refiriéndose a la desigualdad en la distribución del ingreso en los Estados Unidos, la sociedad del hombre hecho a sí mismo, que “aunque consigan una licenciatura universitaria, los hijos de los pobres siguen siendo más pobres que los hijos de los ricos con menos estudios”, básicamente porque estos últimos son los que tienen acceso a mejores puestos de trabajo y cuentan con unas condiciones de partida ventajosas. Stiglitz irónicamente dice que para ascender socialmente en Estados Unidos la única condición es que se escoja a los padres antes de nacer.
Lo que sí parece ser cierto, basado en datos empíricos, es que por cada persona que tiene éxito en cualquier área, existe un alto porcentaje que se queda en el camino. Por poner un ejemplo del que conozco por mi experiencia laboral, de cada 10 emprendimientos que se desarrollan en Venezuela, solo 1 tiene éxito, la tasa de fracaso en este renglón en Estados Unidos es de aproximadamente 60%. Esto quiere decir que por cada Bill Gates, Mark Zuckerberg, Steve Jobs, Andrés Moreno o, tomando en cuenta otras áreas, Michael Jordan, Michael Schumacher, Gabriel García Márquez, etc., hay una gran cantidad de personas, tal vez igual de aptas y que trabajan igual de duro, que “mueren en el intento” y me cuesta creer que la razón sea que todos ellos han tomado el camino incorrecto o tienen creencias limitantes.
Toda esta información, más la respuesta de la facilitadora, me llevó a formular dos nuevas preguntas, que fueron las detonantes del debate suscitado durante la clase:
1.- ¿Dado que el proceso de coaching no toma en cuenta el factor suerte sirve este solo para la consecución de objetivos sencillos?
Entendiendo sencillos como aquellos objetivos cuyo logro está en mayor medida en las manos del cliente, rodeado de un bajo nivel de incertidumbre. Lo que Nassim Taleb asignaría a su mundo imaginario y predecible linealmente llamado Mediocristán.
2.- ¿En caso de objetivos complejos, cuál es el rol que cumple el coach ante la frustración que puede experimentar el coachee por uno o varios fracasos, al enfrentarse a un alto nivel de incertidumbre donde el azar es una variable a tomar en cuenta?
Ante estos cuestionamientos varios de los compañeros del diplomado expresaron su opinión. Uno de los argumentos en contra del papel que puede jugar la suerte fue: que existe un conjunto de personas, más capaces que otras, para identificar oportunidades y poder alcanzar el éxito. Esta diferencia podría estar basada en la genética o ser impulsada por un pensamiento potenciador, que transforme la realidad del individuo y lo convierta en el capitán de su barco. Otro de los compañeros comentó sobre la audacia o la capacidad de atreverse que tienen algunas personas en comparación con otras y que siguiendo a Kahneman, podría tratarse de una ilusión de aptitud.
La facilitadora presentó una ecuación, proveniente de la psicología positiva,  y en la que el Doctor Martin Seligman define el bienestar en función de tres variables: la genética (40%), las circunstancias (10%) y la voluntad (40%). Sosteniendo que el porcentaje en que la voluntad incide en la variable dependiente puede incrementarse en detrimento de las otras dos variables independientes, que en mi opinión y por no haber sido elegidas por el individuo, representan el factor azar.
Luego de este interesante y rico debate, que espero sea el primero de muchos, una de las conclusiones que obtuvimos fue la constatación de la existencia de un pensamiento divergente en el grupo, dados los diferentes puntos de vista, originado por la variedad de creencias y marcos mentales de cada uno de los participantes y la importancia de poder identificar estos para que, en la medida de lo posible, no intervengan en el ejercicio de coaching.
Otro punto que me parece importante es el haber podido contrastar diferentes posturas teóricas sin suscribir ninguna como 100% válida, en mi opinión para dedicarse al coaching de manera profesional, es importante poder tomar información de todo el cúmulo de conocimiento que está disponible, sin asumir dogmas o posiciones extremas.
Finalmente las respuestas a mis dos inquietudes fueron que: el proceso de coaching funciona tanto para metas sencillas como para aquellas más complejas y que a través del proceso se puede llevar al coachee a afrontar la frustración y probar nuevos caminos en pos del logro de su meta, indiferentemente de la envergadura de esta.
En cuanto a si el azar es un factor importante en el proceso de coaching, el debate sigue abierto...

2 comentarios:

  1. Apreciado Alejandro, ha sido un verdadero placer leer este tema en tu Blog.
    La suerte o cuestión de actitud, como lo menciona Freud, tiene dos lecturas, una orientada a justificarse y la otra producto de una cadena de eventos o consecuencias. La óptica o foco la decide cada uno de nosotros. Suerte tiene aquel soldado que en un combate le perforan la mano y deben retirarlo del frente de batalla. Suerte para quien?, para sus padres?, para su esposa e hijos que pronto lo tendrán en casa, más no para él, donde abandona sus compañeros de armas, golpeado en su orgullo por la deshonra de tener que retirarse sin gloria en su historia.
    Llamamos también suerte al "darse cuenta". Mientra no veamos por nuestra propia cuenta lo que tenemos en frente o a nuestro alrededor, se nos hará fácil dejar lo que nos suceda en manos del azar. Aquí es donde el Coaching desempeña un papel fundamental.
    Un abrazo mi querido amigo.

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    1. Muchísimas gracias por el comentario Daniel, estoy de acuerdo con lo que planteas, creo que lo importante es no situarse en una posición extrema, no todo debemos dejarlo a la suerte, pero, tampoco el alcance de nuestras metas depende única y exclusivamente de nuestro esfuerzo y conocimiento, por más chocante que esto nos pueda sonar. La vida no es lineal y es mucho más compleja de lo que nos imaginamos.

      Que tanto el coach como el coachee entiendan esto me parece fundamental, en mi opinión les permite no solo tener una mayor claridad de la situación a la que se enfrentan, sino que además los ayuda a reflexionar sobre los riesgos que podría estar enfrentando el coachee en el camino hacia la meta, para gestionarlos lo mejor posible y no desanimarse en caso de que no la logre en el primer intento.

      Un abrazo para ti también mi estimadísimo

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