Muchas personas elijen transitar el camino del emprendimiento en compañía, asociándose para materializar y consolidar su idea de negocio. Aunque muchos prefieren ir en solitario, el tener un socio es ventajoso ya que permite compartir las tareas, sobre todo al inicio cuando hay mucho por hacer, aporta una visión distinta al negocio y permite distribuir el riesgo que se asume al aventurarse en una nueva empresa.
Sabemos que las
relaciones interpersonales son complicadas y fuentes seguras de conflicto, sin
embargo, existen un conjunto de claves que nos permiten elegir a un buen
compañero de camino, a continuación comparto algunas de ellas:
La primera es la
complementariedad, debemos asociarnos a
personas con actitudes y aptitudes que complementen las nuestras, de esta
manera podemos, de manera reciproca, mejorar las debilidades y potenciar las fortalezas
de la sociedad, consolidando un buen equipo de trabajo.
Debemos tener el mismo norte,
aunque seguramente habrá diferencias en las ideas sobre cómo llegar al objetivo, las cuales se integraran
en un plan común, desde el inicio es necesario que los socios lleguen a un
consenso sobre la necesidad que desean satisfacer, el bien o servicios que
producirán, el mercado al cual estará dirigido, etc.
Es importante que compartamos los mismos valores, no existen dos personas similares, sin embargo, es vital que a la
hora de establecer una sociedad lo hagamos con una persona que comparta nuestra
visión sobre valores básicos como la honestidad, el compromiso, la lealtad, la
credibilidad, la ética en los negocios, entre otros.
Durante la vida de
nuestra sociedad nos veremos obligados a establecer acuerdos, por esto es importante relacionarnos con personas
abiertas a escuchar, discutir ideas y tomar decisiones que contemplen la
opinión de todos los involucrados en el proceso.
Artículo publicado en @Proemprender, 2013.
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