Hace unos días estuve leyendo un trabajo realizado por los investigadores Francesca Castellani y Eduardo Lora para el Banco Interamericano de Desarrollo titulado ¿Es el emprendimiento un canal de movilidad social en América Latina?[I1] Y me gustaría compartir con ustedes algunos elementos de este informe que me parecieron interesantes:
Para comenzar está
la definición que estos autores hacen del emprendedor, quien es la persona que
trabaja independientemente y al menos emplea a alguien más, excluyendo del
grupo a aquellos que se consideran auto-empleados y que son conocidos también
como emprendedores por necesidad y no por oportunidad, como el primer grupo.
Aunque existe toda
una discusión sobre este tema y algunos autores sostienen que el auto empleo
resta oportunidades para la expansión del trabajo formal, generada por el
emprendimiento de oportunidad, está claro también que en economías en crisis y
altas barreras de entrada en los mercados laborales, el auto empleo se
convierte en una alternativa al desempleo.
Otro hecho
interesante es el dominio de los hombres en el emprendimiento latinoamericano,
ocupando las mujeres solo un 10% del total del grupo. Esto abre la posibilidad
para crear políticas que incentiven una mayor participación femenina en la
creación y establecimiento de nuevas empresas en la región, sabiendo que son
las mujeres quienes sufren en mayor medida de fenómenos como la discriminación
y la pobreza.
A pesar de la
creencia de que el emprendimiento es propio de las clases medias, ya que estas
son más numerosas, a la luz de los datos manejados para el sud-continente son
los miembros de las clases altas quienes tienen una mayor propensión a
emprender. Por otra parte los emprendedores en Latinoamérica tienden a ser más
viejos que el resto de la población, mejor educados y obtener ingresos
superiores que sus pares empleados en los mercados de trabajo formal.
Finalmente el
emprendimiento está asociado con una alta tasa de movilidad social intra e
intergeneracional en la región. El ingreso de los emprendedores, comparado con
sus ingresos pasados, tiende a variar más que el de los auto-empleados y
empleados del mercado formal. Por otra parte cuando se comparan los años de
estudio, como medida de movilidad social, se evidencia que los hijos de
emprendedores acumulan más años de estudios que los hijos de los que no lo son.
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